No puede
una vida ser plácidamente confinada,
no puede tanto
ser por tan poca cosa satisfecho:
la bienvenida, el ramillete
(nada silvestre) de mentiras,
sometido y sereno, todo a un tiempo,
mohosos mendrugos de pan en suma.
No puede
una vida no latir; en lo indudable y pleno
hundir el hacha; surtir como criatura
abisales figuraciones.
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