«Pero basta con que la estabilidad social se tambalee, es suficiente con que una carencia fundamental o una derrota militar sacuda la inalterable y aparentemente eterna estabilidad cotidiana, y aflorarán de súbito como columnas luminosas los fundamentos ocultos de la moral. Un milagro a plena luz del día.
Los hombres se superan a sí, se maravillan de sí, no se reconocen, se convierten en héroes. Las personas que uno se cruza por la calle no son ya transeúntes anónimos sino encarnaciones o legados del género humano en su totalidad. Esa sensación de lo cotidiano, de lo observado a cada paso que al instante se convierte en historia, esa sensación de lo eterno que surge de la tierra y por doquier invade la mirada, esa atmósfera de leyenda, eso quise reproducir en “Mi hermana, la vida”.»
Über mich selbst (1959)
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