Cuando nos vemos
compartimos historias,
cenamos, leemos en voz alta.
La brisa
desliza sus dedos
entre las hojas plateadas.
El aire
de aroma y sonidos meridional
hace girar el vástago lento de la noche,
cargada de estrellas, y por la calle
vienen y van los automóviles,
los carros.
Desde casa,
doblando la esquina,
se los ve pasar a todos, dos veces.
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