Si en la calle reconociera al artista
de aura internacional.
Si llevara dos indecentes bolsas de tela
saliendo del supermercado,
gorra, mochila,
pensaría que es una acción,
buscaría fotógrafos entre los coches.
Recuerdo su nombre.
Le arrojaría un «dictadura del arte»
esperando la réplica ingeniosa,
daliniana,
de aura internacional.
Cruza entonces la calle,
espantadizo, tímido,
como ovejita la cañada al atardecer.
Se balancea
del otro lado,
ya oscuro,
se aleja y se pierde,
sobre el cielo la antena sideral
Desusado país de los artistas
donde no mugen más que los tranvías.
3/3/10
In der Brunnenstraße
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