29/7/10

Dragón (II)

INSTALLATION "GEPANZERT" (TEXTOS)
MARIBEL LÓPEZ GALLERY, BERLÍN 2010


La noción hebrea de dragón parte de dos fuentes.

La más antigua es la mesopotámica (3.000 a.C.), donde el dragón se encuadra en una familia de seres híbridos junto a grifos y esfinges. No son dioses ni demonios. No son necesariamente hostiles. Son seres poderosos, formas sobrenaturales de león y águila, que refieren al carácter teocrático de la realeza. Babilonia incorporó por ello dragones protectores a sus murallas. El antiquísimo relato de Anzu, águila con cabeza de león vencida por el dios guerrero Ninurta, se refiere también en la Biblia al rey Nimrod.

La segunda fuente es la griega. Aquí se trata esencialmente de serpientes marinas. Viven en cuevas y no tienen alas. Suelen estar vinculados a un lugar fijo. Así, la hidra de nueve cabezas, Pitón como custodio del oráculo de Delfos, o el monstruo marino Ceto a quien Perseo le arrebata Andrómeda.

De ambas tradiciones proviene el dragón bíblico, «rojo como el fuego, de siete cabezas y diez cuernos, cuya cola barre un tercio de los astros del cielo». El propio texto da «dragón» como sinónimo de Satán, Diablo y serpiente, preservando así las etimologías latina draco y griega drákōn (δράκων): «serpiente», «víbora».

Ese motivo de la serpiente es mucho más frecuente: presencia del mal enroscada al árbol del Génesis, reaparición del mal al final de los tiempos. O con más rigor teológico: presencia del mal después del Alfa pero antes de la Omega, pues su aniquilación (Apocalipsis, Daniel) coincide con el fin del mundo y precede a la Parusía.

La identidad propia del dragón, diferenciada de la serpiente, no se da hasta época carolingia. Se emplea en escenas de exorcismos –pequeños dragones que salen de la boca–, gárgolas, vidas de santos, pilas bautismales... Iconográficamente simboliza el pecado, y sobre todo el pecado contra la Iglesia: paganismo, apostasía, herejía. Postrado a los pies de ángeles y santos, el dragón vencido representa el triunfo de la fe y de los reinos cristianos. Matadores del dragón fueron san Miguel Arcángel con la espada o san Jorge con la lanza. También santa Margarita o san Ciriaco. Lo decisivo en ese combate es la fe, a veces una oración o el signo de la cruz, nunca la fuerza física.

El dragón no es propiamente el Diablo.
Es el Diablo quien adopta la forma de la serpiente, más tarde la del dragón.

El dragón es la serpiente sobrenatural, que sucede a la de Génesis.
Es la figura del Malo, concluido el tiempo de la naturaleza.


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