16/4/11

Panel de Control


Apenas dos horas, un partido de fútbol, para completar la órbita terrestre atado a una cabina de teléfonos. Realmente Yuri le echó valor. Sabía que el panel estaba desactivado, pero cuando quiso cambiar a modo manual, para ver mejor las Islas Kuriles donde solía pasar las vacaciones, ya se temió lo peor. No funcionaba nada. Lógicamente, pues era una maqueta para impresionar en Cabo Cañaveral.

Todo se hizo difícil de entender. «Por un momento creí oír la palabra viuda, condecoración, memorial». Gagarin fue un hombre bala. (Aullido).

«Después de la misión se me hizo incómodo pasear por la Plaza Roja, participar en desfiles, esperar la renovación de mis cartillas. La popularidad es incomprensible. Uno se mira al espejo y dice: ¿quién soy?, ¿por qué yo?, mientras los americanos hacen surf y juegan al baloncesto con zapatillas de colores. No lo entiendo.»

Y cómo iba a entenderlo, apenas medía un metro cincuenta, y aunque su prosa por momentos recordara a Dostoievski, él solo pensaba en las rusas. No se le puede reprochar. (Aullido). (Contra esto ni la moda del Kremlin).

En un sanatorio de provincias
salta al espacio Gagarin,
sin desfile, sin casco, sin nave,
sorprendido por su esposa,
cuando intentaba seducir
a la bella enfermera Galasova.

Terminó cayendo en paracaídas sobre las estepas del Asia Central.


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