La literatura es el arte de la transparencia. A diferencia del orador o del echador de cartas, el escritor no reclama atención sobre sí. A los buenos ni se los ve. Se desvanecen y queda una corriente tenue como el picado rasante de la golondrina o los destellos del carbunclo. Aire antes que agua. Propósito: Invisibilidad.
22.10.2011
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