Yo recuerdo tus ojos
cuando hablabas del aire
porque el cielo venteaba en tus pupilas.
Yo recuerdo tus manos –hace frío–
arropándome al lecho como copos
de nieve enamorada.
La luz era contigo
más clara
la alegría en tu boca era tu boca
y el jardín era sombra porque cuando decías
Jugad en el jardín
nos cubrías de un tenue perfume de enramada.
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