Fuente manantial,
raíz tenaz de la imaginación,
tú, sabio estoico del instante presente.
Melancolía que tanto sabes
del incendio de piedra que devasta la noche,
no escapa tu verso a las cenizas.
Poner nombres, cuánto más recibirlos,
es inútil. No somos tiempo. No somos nombres.
No es la memoria en ascuas la verdad.
Cruzamos instantes a la falda del volcán.
Te veo fluir. Ardes. Tú no me ves.
Ya nos separa un río de palabras.
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