Querría ir una a una
apagando lámparas, luciérnagas
del jardín, flores raras
al borde del mar.
Si una fábula apagara su fulgor,
si pudiéramos prescindir de sus cuerpos.
Luciérnagas, mecidas y tendidas
en el mosaico blanco de las horas,
sabed que no sois;
descubríos
y hundíos, apenas caparazones huecos,
llegada la hora de la verdad.
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