Vacías nunca estuvieron tus manos,
aun para aferrarse a la roca,
aun para abrazar la esperanza
hacen falta manos como las tuyas,
manos limpias en la desolación.
Acá, perdidos entre tantos cuerpos,
acaso nunca alcancemos a ver
las algas que se desmadejan de tus tobillos,
los abrazos que te roban las llamas,
que despedazan tus ropas sin saber por qué.
Nosotros afuera, a salvo del cataclismo.
No es lo peor perder la savia, las verdes hojas
de un cuerpo de barro que se deshace.
Abres tus manos, nunca vacías.
Como por una diminuta ventana
se deja ver la verdad, prende un canto de pájaros.
24/10/08
Vacías nunca estuvieron
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