P. ¿Qué aprende un poeta en una oficina?
R. Nada. A escribir memorandos. En mi caso, aprendí a deslizarme desde el horario de oficina a la Biblioteca Nacional de Lima, a 500 metros del Senado. A escondidas terminaba leyendo a los clásicos en la colección de Ribadeneyra.
Carlos Germán Belli
Babelia, 22-XI-03
No hay comentarios:
Publicar un comentario