23/3/10

Espíritu de samurái

«El despreciado rōnin [samurái sin clan] es visto por los miembros de los clanes como un lobo hambriento: vaga por el país sin vínculos, sin obligaciones, sin apoyos, sin protección, sin seguridad, sin comodidades materiales. Pese a su destreza con la espada, como luchador solitario no está en condiciones de batirse contra bandas o miembros belicosos de los clanes. En cualquier momento puede verse ante la muerte, y no precisamente en una gran batalla entre familias poderosas, donde moriría como héroe renombrado, sino en riñas miserables por un bocado de arroz o un trago de sake. Si el rōnin quiere sobrevivir debe ser extremadamente cauto cada vez que se deje ver. No posee ningún estatus social y no será respetado por nadie. Se lo trata con el mismo recelo que a un animal salvaje que muerde si lo molestan.

[...]¡Ay si estos menesterosos rōnin levantaran la vista una sola vez y contemplaran su situación sin prejuicios! Verían entonces que, a cambio de una pobreza soportable, han recibido un bien excelso: la libertad.

Son libres para aprender algo de este mundo, libres para explorar y consumar el fin verdadero del hombre en la vida. Pueden curtirse en el monte, estudiar el Budō [la Vía] dondequiera que encuentren un maestro, albergarse en monasterios para entregarse a la meditación.

El precio a pagar será un estómago vacío de vez en cuando, algo de soledad y penuria. ¡Pero cuánto más difícil sería sacudirse las agobiantes obligaciones del cortesano!
»


Samurai-Geist
Werner Kristkeitz Verlag, 1991

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