Le quedaban pocas preguntas.
Pero no las haría, porque no tenían relación con los hechos sucedidos ni con el tema primero que los reunió.
Todas apuntaban hacia ella; abrir la brecha; romper los últimos baluartes en pie. Una sola vez vale por todas.
Pero no las haría, porque no vino desde tan lejos para pactar una rendición y porque, aun en su oficio, el asedio no es desenlace definitivo.
Victoria es la que se alcanza sin librar verdadera batalla.
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