Recoger un vencejo caído del nido también cuenta como poema.
De niña, su padre la enseñó a alimentar los pájaros caídos con cierta pasta de lombriz mezclada con moscas, hormigas y otros insectos. Pese a la repugnancia del mejunje, ella misma lo preparaba y cebaba los pájaros con un palillo. Y sí, en efecto, casi todos se recuperaban y a los pocos días echaban a volar.
Dios, si pudiéramos hacer eso, con esto o aquello, ahora.
Yo también hacía esa pasta de insecto y gusano, casualmente :) Tierníssimo.
ResponderEliminarPoetas de patas de ramita
que terminan por volar.
Quería decir poemas.
ResponderEliminarPoemas con patas de ramita.
Son problemas del reconocedor de voz :)
ResponderEliminar"Poetas con patas de ramita" me había llevado a una reflexión sobre cómo funciona la intuición poética en unos y en otros. De verdad.
¿Qué sera tiernísimo aquí?
No quiero ni pensarlo.
Antenas. Élitros. Caparazones.
Y se hacen vuelo.