ZBIGNIEW HERBERT, 1956
Los bosques ardían
y ellos
en sus cuellos enredaban los brazos
como ramos de rosas
La gente corría a los refugios,
él decía que su esposa tenía cabellos
en los que uno podía esconderse
Cubiertos con una sola manta
musitaban impúdicas palabras
la letanía de los amantes
Si las cosas se ponían feas
saltaban uno en los ojos del otro
y los cerraban fuerte
Tan fuerte que no sintieron el fuego
que alcanzaba ya sus pestañas
Hasta el final fueron audaces
hasta el final fueron fieles
hasta el final fueron parecidos
Como dos gotas de agua
detenidas al borde de la cara.
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