Como el recuerdo de la aridez
reverberando en la siesta de agosto,
como el cuerpo que pasa
en el instante último
antes de la disolución o en el primero,
despertando en baldío
a mitad del no existir,
como el recuerdo de lo ingrávido,
de las aporías nebulosas que abandonan
la ceniza gris
en su ilusión
de que todo es paisaje,
como el sarmiento de higuera
que habla del tiempo y la sazón del fruto,
como quien aspirase ya solo a ver la vida,
la luz que por sus pliegues corre
como en las aguas claras
torrencial–
propiedad, ha de ser
del espíritu, la edad nos vuelve barrocos,
siente horror al vacío,
al hueso mudo bajo campos de amapolas.
11/4/07
Disolución
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