Tus casas de muñecas veo
entre sueños y aromas de café
colándose por las rendijas de la madera.
Cada mañana
debo dar un paso afuera del mundo,
un salto sobre los infiernos
que a cada tanto nos acechan.
Yo nunca hablo de la desgracia.
Todo está bien. Tú lo verás.
Al tintineo de las cucharillas,
al fondo del cajón de las metáforas,
descubro que ahora esperas el tren.
Se anuncia
sobre campos de fresas vendaval.
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