«La verdad es que el temperamento de M. era profundamente escolástico en el sentido de que su clara inteligencia buscaba directamente las esencias de las cosas, e investigaba el ser y la sustancia bajo la cubierta del accidente y las apariencias. Para él la poesía era, verdaderamente, una virtud del entendimiento práctico, no un vago rebosar de emociones, que cansan el alma y no perfeccionan ninguna de nuestras facultades esenciales.»
Thomas Merton
La montaña de los siete círculos, 1948
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