14/9/11

Con un avatar II

Muy a propósito viene el tema, tan historizado, del juego de espejos.

Este, portado en sus manos por la Sabiduría, es una invitación al autoconocimiento, al délfico «conócete a ti mismo», pero sostenido por otra persona o colgado de los muros de palacio, es una incitación al error, a la ostentación, insistentemente a la vanidad.

Y el caso es que los avatares tienden a comportarse como espejos: están obligados a reclamar atención sobre sí, para lo cual nada mejor que emular el lenguaje y las figuras de sus interlocutores. Todo avatar, en su afán de notoriedad, altera y tiende a poner en peligro a aquel que le confiere su existencia.

La comunicación entre avatares como camino, laberinto, mapa de un territorio que se crea en el instante de ser requerido, trampantojo de orden gigante que hace irreconocibles las perspectivas.

Vértigo. Grito sordo de quienes caen en la sima de los espejos.


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